Hemos oído… a un coro de Georgia

En la céntrica Calle de Castelló en Madrid está situada la Fundación Juan March, que ofrece casi todos los días de la semana un extraordinario surtido de música de cámara, además de conferencias y exposiciones sobre temas de literatura y cultura general. Acude a estos eventos un gran número de personas interesadas, y una de las razones es que todos ellos son gratuitos.
En noviembre y diciembre del año pasado, por ejemplo, hubo una tarde de música  dedicada a la obra del escritor alemán, Thomas Mann, en que al lado de los varios lieder interpretados por barítono y piano, se pudieron escuchar trozos de las obras de Mann recitados por actores del calibre de José Luis Gómez y José María Pou.
A fines de febrero de este año, 2015, un coro del país euroasiático Georgia ofreció un programa de cantos a cappella de la liturgia ortodoxa representativos de los tres monasterios-escuela del país, esto en la primera parte, y en la segunda cantos profanos con y sin acompañamiento instrumental. El coro estaba compuesto por 14 hombres, básicamente de cuatro tipos: voz aguda, voz media, voz grave y yódel.
Las obras de coro georgianas presentan unas idiosincrasias que las diferencian de lo habitual. Nosotros en el Occidente solemos ver a un director de coro que hace buen uso de mano y brazos, situado en el centro frente a su coro. El director del Ensemble Basiani, al contrario, se situaba al extremo del semi-círculo de cantantes y dirigía al compás de ligeros movimientos de  cabeza y  hombros, un liderazgo al parecer muy eficaz.
La técnica del yódel es algo que se asocia habitualmente con músicas populares del Tirol, pero esta técnica, que consiste en alterar sonidos producidos por resonadores de pecho y de cabeza, se practica  también en músicas populares del África negra, el Cáucaso y las Islas del Pacífico. El compositor ruso-norteamerciano Igor Stravinsky ha afirmado que el yódel georgiano fue "el mejor de cuantos he escuchado jamás!"
Otra distinción de la música de Georgia es la ejecución de lo que en el Occidente se interpreta como 'disonancia'. Se ha dicho que la música georgiana se caracteriza por cambios armónicos abruptos, que resultan chocantes  al oído occidental. Es un aspecto que se debe al trato idéntico que reciben los llamados acordes 'consonantes' y 'disonantes' en la teoría occidental: el georgiano no establece dicotomía alguna entre consonancia y disonancia sino que ambas forman parte, y por igual, de su lenguaje armónico y por ello son potenciales portadoras de belleza y expresión.
Finalmente, podemos añadir que el canto histórico chakrulo constituyó uno de los ejemplos musicales que, junto con otros  materiales representativos de la identidad y diversidad cultural del planeta Tierra, fue enviado al espacio en agosto de 1977 a bordo de la sonda espacial Voyager, con el fin de que hipotéticos mundos habitados en ésta y otras galaxias pudieran decodificar y apreciar tan incalculable tesoro musical.

Graham Long

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